"Todo surgió a partir de la canción. Yo empecé a hacer un beat y se lo mostré a Chongo, el percusionista. Él me pidió el micrófono y empezó a cantar en un idioma que él se inventó. Nosotros lo jodemos con que se llama chongolé; empieza a cantar imitando voces africanas, a improvisar y a sacar cosas rítmicas muy chéveres. Me gustó mucho y lo dejamos así. No tenía ningún significado la letra. Pero el ChiláKilé le salió dentro de su improvisación.
Luego tratamos de darle un significado hablando con él sobre qué era lo que pensaba mientras estaba botando ese flow. Después nos reunimos con Hugo Rubiano, que fue el que dirigió el vídeo, y empezamos a crear una historia. Lo que él quería transmitir era su inconformidad con lo que está pasando en la costa. Hay mucha pobreza y el agua empieza a escasear. Quisimos mandar un mensaje y a crear la idea.
El ChiláKilé resultó ser como el espíritu del baile. Hicimos una investigación de la mitología Wayuu y nos inspiramos en el dios del agua, que para ellos es Juyá. La historia la inventamos a partir de eso.
ChiláKilé, además de ser un espíritu bailador, tiene un mensaje muy bonito: el de cuidar los recursos. Y uno de los pocos recursos que nos queda es el agua. Decidimos grabarlo en Palomino por todo lo que está pasado allá con el agua y la pobreza.
Yo quise que el video mostrara lo que era en el barrio. Nos metimos a un barrio que se llama La Invasión, que no es la parte turística ni lo que toda la gente conoce. Porque todo el mundo va a la playita o a los hostales caros. Pero increíblemente, como a 5 o 6 cuadras, queda un barrio donde la pobreza es extrema. No queríamos llegar a una estética, sino mostrar la realidad como son ellos. Todo fue muy natural.
El resto de trabajo fue del grupo de Hugo Rubiano en Oro Pictures, que se tomó el trabajo de fotografía; Santiago Roa, un realizador audiovisual; y entre nosotros, los de la banda, que fuimos a Palomino y en 4 días salió todo".
Temas Relacionados